Año 3 Vuelo 14 ESTRENO Miércoles 7 de diciembre de 2022
Diciembre llega con las novedades editoriales del momento. Comenzamos por un rescate literario: la edición conmemorativa de los 30 años de La Piel de la memoria de Antonio Martorell por la Editorial de la Universidad de Puerto Rico. El miércoles 7 de diciembre a las 3:00 p.m. estrena la entrevista a Martorell y presentamos una sesión de lectura producida por Astrid Meléndez (Voz) y Niva Milagros de Jesús (Asistente de Producción). Reproducimos aquí, además, la reseña al libro redactada por Rosa Vanessa Otero para El Nuevo Día.
Por Rosa Vanessa Otero
Cuando una casa arde en llamas, hay ojos que solamente pueden ver la destrucción y pies que recordarán, vacilantes, el ruido de las ruinas bajo su pisada. El artista, en cambio, reconocerá en las paredes de su habitación quemada la escritura del fuego; sus pies correrán menos al rescate de lo ardido que al descubrimiento de un nuevo tiempo-espacio creador. Las manos, animadoras del grafito, dirán al pie que no es inerte la ceniza. Así, se le antojará que el humo dibuja con esmero su figura: artista y obra ave fénix, nunca escombro en abandono.
Podría comenzar de esta manera mis anotaciones para un poema al artista puertorriqueño Antonio Martorell en el que refrasearía sus expresiones sobre la quema en 2006 del que fue su lugar de residencia y taller artístico en el Recinto Universitario de Cayey de la Universidad de Puerto Rico, símbolo unificador del mural que pintó en su casa quemada y de las exhibiciones “Martorell D.F.” (Después del Fuego) en 2007 y “Martorellísimo” en 2016. Por ahora, prefiero aprovechar la imagen del ave que resurge de sus cenizas para comenzar mi comentario a propósito de la edición conmemorativa de los treinta años de publicación de La piel de la memoria, obra literaria y gráfica con la que Martorell exhibió sus dotes de escritor en 1991 cuando aún residía y creaba en aquella residencia.

La obra, una pieza de arte editorial y una crónica autobiográfica, vuelve renovada en 2022, en una edición facsimilar preparada por la Editorial de la Universidad de Puerto Rico para una nueva generación lectora que ha visto poquísimos libros como este publicarse en el país en las últimas dos décadas –por no decir ninguno–: 208 páginas de texto recorridas, de tapa a tapa, por un co relato visual-sensorial que es inseparable de la experiencia de lectura de los 53 textos que contiene.
Hay aquí imbricadas muchas memorias y pieles en una: la memoria-piel de la época juvenil del autor tal como éste la narra textual y visualmente, la memoria-piel de Santurce a mediados del siglo XX –uno de los enclaves urbanos más distintivos al sur-este de San Juan– y la memoria-piel que es la historia editorial del libro, por mencionar algunas de las capas de sentido que pueden encontrarse en este libro.
Comencemos por levantar la tercera piel-memoria, la del libro, de la que se ocupa la escritora Magali García Ramis en el Prólogo (“De vuelta al paraíso”) y el propio Martorell en una nota de apertura (“Portal de una mirada”). Estos textos ahora preceden el “Prólogo” de la edición original, también de Martorell.

Que sea García Ramis la nueva prologuista porta varios significados. Además de haber compartido ciudad, arte y amistad con el autor, García Ramis forma parte de una generación de escritores boricuas, la del setenta, cuyos trabajos literarios, tanto en el ensayo y la crónica urbana como en la narrativa han incidido en el imaginario apalabrado que de la ciudad sanjuanera –y de sus barrios– hemos heredado las generaciones subsiguientes. Si Ana Lydia Vega es la narradora por excelencia del Río Piedras chancletero y guasón de los 70 y 80; Edgardo Rodríguez Juliá el autor de una ficción histórica de gran aliento sobre los orígenes dieciochescos de la puertorriqueñidad mulata y mestiza a lo largo del estuario de San Juan y desmitificador-remitificador de personalidades culturales del siglo XX; o Luis Rafael Sánchez el gran maromero que le da una vuelta de carnero a la visión que de la vida en las cercanías del Caño Martín Peña habíamos recibido de José Luis González, Magali García Ramis es la más prolífica y entusiasta narradora y cronista urbana del Santurce de clase media y años cincuenta-sesenta con aires de modernidad. Su prólogo sitúa La piel de la memoria dentro del retrato familiar al que por derecho propio pertenece: el de la generación literaria del setenta en general y, en particular, dentro de una forma de escritura literaria híbrida entre la crónica urbana y la memoria, que tuvo un gran auge tanto en Puerto Rico como en Hispanoamérica en los años 80.
La incorporación de Martorell –el escritor– a la nómina generacional, es un reconocimiento a la cabalidad de su trabajo dual con las palabras: palabrista que hace de las letras figuras de arte y pensador que apalabra como quien dibuja. Cito:
Apalabrado como pocos en este país, y como casi ningún otro artista plástico, con este libro grande, como los de niños, para ser colocado en la falda de uno, y verde como el limo que el trópico recrea en todo lo guardado, Martorell dejó huella en la historia de memorias de nuestro país cuando lo publicó y nombró La piel de la memoria. (…) Imagen, palabra, boceto, retrato, recuerdo, lugar, espacio, colores en fuga, certezas que regresan vestidas de dudas, es el libro de Las mil y una noches que él leyó en la infancia, en el que uno se pierde y del que uno no quiere salir.
Magali García Ramis, «De vuelta al paraíso» (Prólogo a La piel de la memoria)
Conviene recordar, tal como se documenta en el “Prólogo” a la primera edición, que antes de publicar La piel de la memoria su autor ya se había ejercitado en la escritura de columnas para el suplemento “Puerto Rico Ilustrado” del periódico El Mundo y la sección “Relevo” del periódico Claridad, por lo que su primer libro como escritor no fue una incursión literaria aislada e inexperta.

Levantemos ahora la segunda piel en la que se inscriben estas memorias: la historia de Santurce, que en el siglo XXI sigue mostrando sus peculiares contrastes, sean estos identitarios (comunidades históricas con valores arraigados que se sostienen al margen del llamado desarrollo urbano y desafían la gentrificación planificada por el Estado); arquitectónicos (donde la casona –en ruinas o restaurada– puede coexistir con el edificio de nuevo diseño) o socioeconómicos (barrio de artistas y universitarios, como de criptoempresarios o migrantes indocumentados).
El autor aporta a la narrativa santurcina, vuelvo a citar a García Ramis:
Un mundo costero y citadino, cosmopolita a lo antillano, que es otro modo de ser cosmopolita. Es el mundo del Santurce que en los primeros decenios del siglo XX se tejió a sí mismo, como oruga, una crisálida de donde salió mariposa batiendo sus alas de la modernidad, estampadas con diminutas escenas de anuncios de neón, clubes nocturnos, cines y radioemisoras, barras y cafetines, tiendas, colmados y casas de espiritistas, para quedar como mito urbano en la memoria capitalina.
Magali García Ramis, «De vuelta al paraíso» (Prólogo a La piel de la memoria)

Más al interior, entre palabra e imagen, alcanzamos la primera piel de esta memoria, la del mundo afectivo del autor. Como en el cuerpo humano, es este el tejido más fino y apegado al ser, lo que bulle en la memoria primordial del artista y del hombre: su emotividad, su sicología, su archivo sensorial. Si a Santurce podemos reconocerlo por su huella arquitectónica e histórica, esto otro que es la narrativa de la experiencia y formación individual no podríamos conocerlo sin la ofrenda del testimonio personal. Con una actitud de amorosa cercanía, la voz narrativa en primera persona plural de “Portal de una mirada”, nos incluye en el relato:
«Todos guardamos, sin saber, tesoros iluminados o sombríos, gozosos o lastimeros que aguardan un compartir, ansían el abrazo de una lectura, el portal de una mirada. A esa mirada se asoman, tantos años después, estas palabras y las imágenes que las acompañan”
Antonio Martorell, «Portal de una mirada», en La piel de la memoria



En un libro que es arte y verbo unificados, miramos lo que leemos y leemos lo que miramos sin que una lectura se imponga sobre la otra. La alusión de García Ramis a la infancia no es fortuita: los arabescos y laberintos intrincados que forman las líneas y tintas de este libro profusamente ilustrado nos acercan al recuerdo de aquellos garabatos infantiles ininteligibles con los que intentamos por primera vez expresarnos y que en manos del niño Martorell imaginamos garabato lúcido.
“Mi amor por las letras tomó luego giros aventurados, indirectos y variados acercamientos: la carrera diplomática, las artes plásticas, el teatro, la radio y la televisión, pero siempre en apalabrado viaje como si un texto sonoro, una música letrada marcara mis pasos. Estas memorias son el inevitable aterrizaje en página de una piel tatuada por recuerdos y anticipaciones.”
Antonio Martorell, «Portal de una mirada», en La piel de la memoria,
El goce, esa capacidad que algunos pierden en la adultez, la defiende el autor de este libro palabra por palabra, trazo por trazo. añadiendo capas de sentido y forma a las páginas, que comunican en su riqueza la misma multiplicidad que caracteriza su actividad en distintos medios artísticos.

La reedición de estas memorias, que fueron escritas hace tres décadas precisamente en aquella casa-taller que fue devastada por un incendio, nos recuerda que una generación literaria que continúa dando frutos y un texto que busca nuevos lectores no son un asunto del pasado; que el Santurce de hoy, ciudad viva en su hibridez, seguirá mutando sin renunciar a algunos de sus rasgos más entrañables; que el pasado juvenil de Antonio Martorell en el siglo XX nos lo devuelve joven eterno en el XXI.

Para terminar por el principio, La piel de la memoria atiza el fuego que nos interroga acerca del chispazo que podríamos llegar a ser si adquiriéramos el poder resucitador del fénix, como decir las artes con que el genio y el ingenio se las arreglan para saltar de entre las llamas y crear algo distinto: otra piel, quizás más lisa y lustrosa en apariencia, que no renuncie a compartir su historia.
Esta reseña es una versión editada de la publicada en El Nuevo Día el domingo 20 de noviembre de 2022.

La edición conmemorativa de La Piel de la memoria se presentó el domingo 20 de noviembre de 2022 a las 2:00 de la tarde en el Museo del Recinto Universitario de Cayey, con la participación del autor Antonio Martorell, la escritora Magali García Ramis, prologuista y Velia Rodríguez, directora de la Editorial de la Universidad de Puerto Rico, organizadora del evento. Información: (787) 250-000 ext. 6581.
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